Cuando se despidió, con un abrazo y un beso en las mejillas se quedó con su perfume, cítrico, como a él le gustaba, pensó y luego, sonrió. La conversación calmó sus obsesiones y el lacerante dolor que aún persistía en el culo. Aquella mujer tenía algo diferente, con la voz pausada y suave y esos ojos curiosos, complacientes. Se parecía a ella aun siendo tan distintas.

Cuando levantó la mirada se percató de lo tarde que se había hecho. Era de día aunque el sol empezaba a escaparse por detrás del horizonte y la luna, en fase nueva visible, se asemejaba a la cuchilla del péndulo de Allan Poe. El tono rojizo sobre un fondo azul grisáceo le hizo estremecer y recordó la primera vez que se sintió atemorizada por el cuchillo de hoja negra paseando alrededor de sus pezones, dibujando filigranas en las areolas y brillando como la noche, con esa misma frialdad que los ojos le transmitían.

Sin embargo, en aquel momento deseó que aquella luna afilada y sangrante fuera de nuevo el cuchillo que con pericia manejaba mientras lo presionaba contra su cuello y le follaba hasta la extenuación. Comenzó a caminar deprisa para notar la creciente excitación que florecía entre sus piernas cuando le vio, al final de la calle, apoyado en el depósito de su moto, sonriendo como un cabrón, enseñando con su mirada perversa intenciones que no pretendía ocultar. Aún no había llegado el calor, pero él le quitó el envoltorio a un helado de hielo. Le dio un azote suave en el culo dolorido y después un lametón al polo..

Evitó el gritito de dolor y se mordió el labio mientras se ponía de puntillas intentando esquivar la presión de los dedos. Sabía que no servía de nada. Pasó los dedos por debajo del vestido y separó las bragas empapadas de su coño sintiendo el aire fresco recorrer los labios mojados. Luego el frío llenó sus entrañas.

Arde perra, le susurró al oído, y colorea tus piernas con el hielo derretido.

Wednesday

2 comentarios

  1. Muy bueno , la frase final genial! jajaja un saludo!

  2. Mereció la pena ver llegar el viernes 🙂