Amarrando en el puerto de tus ojos

El juego de la dominación a veces carece de la furtividad para acechar sin ser visto, sin amedrentar y sin invadir el espacio vital de los demás. Tiene ese componente voyeur que a casi todos les gusta, pero que en muchos dominantes parece haber desaparecido o al menos relegado a un segundo plano. Eso de …

En mitad de la anarquía

Es difícil controlar que algo no se te vaya de las manos cuando todo lo que sucede a tu alrededor invita a ello. Su cuerpo se deslizaba por el aire, balanceado por la cuerda y después de casi veinte minutos inmovilizada y con un hitachi pegado a su coño, seguíamos adelante. Los gemidos se habían …

Amón llama a tu puerta

Un dominante que va y le dice a una sumisa, quietarrrr, por la gloria de mi madre. Te voy a hacer un fistro diodenal, pupitarrrrr jarrrr. No puedo no puedo, le dice la sumisa. El dominante se acerca y le dice, tengo la fusta de los siete caballos que vienen de bonanzaaaaaa. Un ano negro …

Las cartas

Siempre tuve fascinación por tu curiosa forma de hacerme ver lo cerca que estabas de mí. Aun viéndote cada día, me hacías llegar una carta manuscrita donde me sorprendías con tu capacidad para asimilar el aprendizaje y tu deseo de seguir haciéndome sentir lo que soy. Era un ritual, coger el sobre y mientras tomaba …

De buen rollito

Antes. Hemos quedado, hoy, por la tarde, la pandi del bdsm, nos llevamos tan bien aunque no nos hayamos visto nunca ni sepamos que hacemos ni de que palo va cada uno. Pepito es amo y tiene varias sumisas, fieles y entregadas, al menos eso dice él. Juanita no es sumi pero dice que quiere …

La ardiente arena que heló tu sangre – III –

El terror tiene muchas caras, pero la más atroz de todas ellas es la del abandono. Pasé mi mano por su espalda desnuda hasta llegar a sus nalgas y empujé suavemente su cuerpo hacia adelante. Ve con ellos susurré. Se frenó, hizo el gesto de girarse pero se contuvo. Sin ver su cara sentía sus …

Cables de alta tensión – II –

Era lo más parecido a jugar con marionetas, su cabello enredado en mis dedos, deslizándose por ellos mientras mis muñecas danzaban en un teatrillo imaginario. Así estuve muchos minutos, sonriendo inevitablemente e intentando inmiscuirme en sus sueños pero me resultó imposible. La noche se cerró sobre nosotros y yo me sumergí en un cúmulo de …