En aquella espalda

Con el paso del tiempo ya no era necesario mirarse. Se sorprendían a veces con los olores y algunas sonrisas que parecían furtivas. Cuando ella se mordía el labio, sabía que él gruñía. Era instintivo y ambos lo sabían. Llevaban toda la vida jugando entre ellos y eso, había hecho que sus espaldas fuesen calcadas. Cada …

Esclava – I –

La cubierta del barco estaba desierta, el sol, intenso, secaba el agua y dejaba el salitre sobre la madera barnizada. Sus pies estaban descalzos, juntos y atados. La piel reseca no se hidrataba con el agua del mar, al contrario, se introducía entre las cuerdas que los mantenían sujetos a un mástil que hacía mucho …

Lo extraño que hay en ti.

¿Alguna vez me vas a llamar, puta, zorra, perra, algo? La voz sonaba desesperada. El giró la cabeza mientras conducía y sonrió. Ella se sentía inmersa en una vorágine de desesperación. Era sumisa y esto era una mierda. Su trato era tan recto, tan serio a veces, que necesitaba que le diese algo diferente. Después …

Gimiendo bajo la lluvia.

El aguacero era desgarrador. Nunca la lluvia había sido tan perversa como aquella noche. Las gotas se convirtieron en punzantes alaridos que atravesaban su pelo y rasgaban con frialdad la piel de sus manos. Las pisadas acompasaban el repiquetear del agua sobre los charcos ya bien llenos cuando llegó a aquella farola. Como Gene Kelly sintió deseos de …

El cuadro y el escepticismo.

En sus manos, los pinceles resbalaban entre la piel y la pintura. Su aspecto siempre era descuidado según el espejo donde se mirase, pero cuando se veía reflejada en los ojos de él, se sentía hermosa aunque no sabía cual podía ser el motivo. Se limpiaba en la camisa de cuadros que algún día el …

Deseos de atardecer.

El sofá resultaba cálido y el sueño pugnaba por remontar el vuelo. Hacía ya rato que la ropa había desaparecido de su cuerpo y solo una fina manta mantenía los efluvios de su coño en sus cercanías. Las pilas de todos los aparatos se habían agotado y aún así, no estaba satisfecha. Era tan simple …

Los buenos días de Meiko

Le gustaba despertarse entre lo armónico de sus susurros y el roce de la piel sobre la espalda. Notó los pezones duros bajo la ropa y sonrió. Cuando se giró, allí estaba, hermosa como siempre, sonriente y complaciente. Sylvie se apartó y señaló hacia los pies de la cama. La luz a esas horas ya lo completaba todo …

La vergüenza y el pudor.

Hace bien poco, al visionar una película* de Anna Ohura, donde el shibari y las cuerdas alrededor de su pecho tomaban el protagonismo, me hicieron comentarios que hasta ahora había dejado pasar por alto sobre el comportamiento de quién ataba y las reacciones de ella. Ante todo hay que indicar que en esta película es Haruki …