Por la costa
Si dejásemos todo al azar, los caprichos de éste serían inabarcables. La música sonaba en el habitáculo y el sol de primavera empezaba a calentar. Las gafas de sol no ocultaban la falta de sueño y las mejillas aún sonrosadas, las bofetadas de la noche anterior. Cantaba mecida por el cabello que se balanceaba sobre …