Las siete puertas -III-
La seda se iba empapando mientras se deslizaba desde su cara hasta los pies, recogiendo en su camino cada gota de sudor envuelta en el intenso placer de la oscuridad de su deseo. Mientras sus ojos se acostumbraban a la escasa luz, se daba cuenta de que el temblor en sus piernas perduraba como esos …