Los latidos
No eramos extraordinarios, tan solo hacíamos cosas extraordinarias el uno para el otro. La percusión, el sonido más primario del hombre pero al mismo tiempo más esencial, se había instalado a nuestro alrededor. Los corazones no latían acompasados, tan solo en momentos concretos, íntimos, nuestros latidos se sincronizaban con los hechos. El mío cada día …