El imbécil y la corista
Su juventud no le había impedido creer que había tenido mucha experiencia vital. Ya desde muy niña le encantaba jugar al rescate, ser la princesa secuestrada a la que rescatan. Ella se encargaba de que le atasen al árbol, fuertemente. A los quince años, una mañana en la cocina, se lo hizo saber, ¡Mamá, quiero …