No hacía falta volar
Observar, cuando se hace con cautela y sobre todo sin prisa, le reconfortaba y al mismo tiempo le reconciliaba con esa parte tan suya caótica y a veces despreciable. Allí arriba, encaramado en el ala a medio montar, con las piernas colgando mientras las rodillas se balanceaban a ritmo suave, el frescor del hielo derretido …