Por fin, Sylvie.
Se sintió arrastrada por la arena del desierto, su piel crujía como las tarimas de un suelo añejo y descuidado. De vez en cuando el pelo se enganchaba en matojos secos que lo estiraban generando una tensión tan grande que desfiguraba su cara. Hacía mucho rato que dejó de sentir placer o dolor en los …