Y el séptimo día, los celos
Cuando puso la mano sobre su cabeza, la espera se había tornado en plenitud. Ella, aliviada y por fin libre, descubrió por primera vez la luz que durante tanto tiempo buscó. Sintió el calor del suelo penetrar en sus rodillas. Las tinieblas se disiparon y la claridad del día iluminó todo lo que ella era. …