La mujer del pelo rosa y la nuca desnuda
Llegó nadando, huyendo quizá, clavando los dedos en la arena mojada, afilando los dientes en un roce entre ellos mientras el gemido ahogado se apagaba en la garganta. No miraba atrás por temor o por hastío, aunque eso, en aquellos ojos claros era imposible averiguar. Le picaban las cicatrices emocionales por la humedad y la …