La espina de la anguila
Crujía el suelo. Crujían los huesos. Los tacones creaban un tic tac que marcaba el tiempo de cada paso. Sobre todo ello, las caricias. Caricias que en algún momento de su vida le hubieran parecido fuera de lugar, caricias impregnadas de cariño y ternura. Le retiró la silla para que se sentase y la acomodó …