La psicóloga
Me tenía calado, al menos lo pensaba. Después de diez sesiones, su comportamiento había ido cambiando, el mío también. Intentaba recordar porqué me habían convencido para ir a terapia. Seguramente para que me dejasen en paz. Lo cierto es que me estaba divirtiendo bastante. Cada vez que abría la puerta y me veía, excepto la …