Anatomía -II-
Al viento le gustaba observar desde la ventana. A veces incluso se infiltraba entre los pliegues de las cortinas buscando acariciar las costuras del sofá. Desde allí decidía si erizar la piel o calentar las emociones. Miraba entonces cómo le acariciaba la espalda, cómo los dedos saltaban por las cicatrices que, desperdigadas, tenían un patrón …