Sylvie y el elixir.
Remoloneaba como cada día en la cama, dando vueltas, enredándose en las sabanas que aún olían al último hombre que había compartido. Sin embargo, ese olor solo le recordaba al hombre de la librería. Ese al que casi no había visto, casi no había olido y desde luego no había tocado. Y sin embargo, tenía …