El filo
A ella le gustaban las cuerdas. A él le gustaba el acero. Cada uno disfrutaba de las cosas a su manera. Pocas veces ella expresaba lo que aquel roce y la consiguiente presión le trasmitía. Daba lo mismo que estuviera sobre el suelo o suspendida, balanceándose ligera a escasos centímetros del hormigón, la tierra o …