Naipes -III-
Comenzó en la espalda. Un pellizco, un susurro, una punción. Apretaba los dientes mientras echaba de menos la mordaza para morder con fuerza y que los gritos ahogados se quedasen orbitando por la bola de goma. A cambio, el grito siseaba entre los dientes mientras los músculos se tensaban. Él agarraba la piel como si …