Apaga la luz
Era menuda, siempre lo eran, de esas a las que un abrazo absorben, protegen y calientan. En sus brazos era una pluma con la que poder escribir poderosos versos, inquebrantables deseos y lujuriosos viajes llevados por el viento como una brizna en el pico de un halcón. Bajos esa piel y esos finos huesos se …