La cerradura de cristal
Cada mañana el chasquido de las llaves al hacer girar el bombín, percutía como una maza en el pecho, con golpe seco, dejando sin aliento de manera momentánea su vida. Cuatro vueltas, cuatro golpes que sonaban como los jabs a los costados o los uppercut al mentón, y cada vez se tambaleaba más, apoyándose con …