El lector
Ahí estaba de nuevo, como siempre, cabizbajo y metido, como el naufrago que sabe que el siguiente envite del mar embravecido será engullido por las aguas para siempre, en aquella lectura. La mirada fija, los ojos casi inmóviles, impertérritos, viajando. Ella se tomaba el café como si con ella no fuese nada de lo que …