Cuando lo profundo no es suficiente.
Se instauró en una torre, tan alta como su imaginación pudo construir, rodeado tan solo de aquello que necesitaba, incluyendo aquellos cabellos lacios y dorados que se mecían como las gódolas por ese oleaje superficial en la que a veces la pasión se disfrazaba. Allí no hacía falta nada más. El sol iluminaba todo, y …