El vuelo de la falda producía giros inesperados que a él le hacían gracia. Al contrario de lo que mucha gente daba a entender, prefería ir dos pasos por detrás, maravillándose de aquel andar rotundo, del contoneo de unas caderas que a veces ella criticaba por exageradas, pero que a él, le parecían un paraíso. Desde aquella posición no solo observaba, la imaginación, siempre radiante, dibujaba tras la vaporosa tela las marcas que unas horas antes había impreso con dedicación en aquel culo que le pertenecía y ella, a sabiendas y escondiendo una sonrisa pícara, meneaba para que se deleitase.
Escaneaba su cuerpo, de abajo a arriba, de arriba a abajo y recortaba con la mirada su figura, la que hacía temblar el aire que la rodeaba. Notaba como los huesos de la columna tiraban de los músculos, soportando el vaivén de los pechos, que libres de toda presión, saltaban como los críos felices y sonrientes disfrutando del parque. Ella, contenía los pasos, clavaba menos los tacones para evitar que escapasen a la acción natural de la gravedad y eso hacía que apretase el culo y juntase las piernas. Y él, ladeaba la cabeza del placer onírico de aquella visión absoluta.
Ella se sentía en aquellos momentos una mezcla de objeto y mascota, dispuesta para contentar a su dueño, y así se movía, pero se avergonzaba al mismo tiempo de las imperfecciones que desde siempre, martilleaban sus inseguridades. La búsqueda de un ideal, que él tenía claro y que siempre ella creyó intuir, le alejaba aparentemente de él. Pero se esforzaba en ser mejor para él y por ende, para ella. Y cuando esto sucedía, cuando aquellos pensamientos asaltaban la fortaleza de su sumisión, él se daba cuenta. Se daba cuenta de que su postura cambiaba, de que su caminar se hacía inseguro y débil, de que su piel se transformaba de un tornasol, reflejo de toda la gama de los colores de la vida, a un oscuro silencio que gritaba por una ayuda que él siempre ofrecía.
La mano firme apretó su cuello y lo trajo hacia sí. Son las imperfecciones lo que nos hace especiales cuando sabemos mirarlas y apreciarlas. No busco ni deseo tu cuerpo perfecto, deseo tu cuerpo sometido a mi pasión y a mi control. Deseo que fluya y empape mis manos como la lluvia fina de la primavera, la que mantiene el campo húmedo y fértil . Todo lo imperfecto de ti, me hace perfecto a mí. Camina pequeña, mira hacia atrás para darte cuenta de que siempre estaré dos pasos tras de ti, pero no dejes de mirar hacia adelante y cambia lo que desees y necesites, por ti, no por mí.
Comprendía por enésima vez que cada uno tiene un papel igual de importante, que nunca se situaba un escalón por encima porque no tenía que demostrar que estaba por encima. Era una sentencia tan clara pero tan difícil de comprender a veces, que si no conseguía visualizarla, se perdía. Somos iguales, le repetía una y otra vez, y por eso eres libre de estar a mi lado y prisionera por el mismo motivo. Son las singularidades de cada uno las que forman este enlace irrompible y ya sean cadenas o cuerdas, yo las manejo y tú las sientes. Cada uno tiene sus lugar pero todos los lugares son míos.
Wednesday